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Muere Peter Sutherland, padre de las puertas giratorias

El Salto

 

 

El ejecutivo y excomisario irlandés fue una figura clave en los acuerdos por la liberalización del comercio mundial y artífice del cabildeo de alto nivel entre las multinacionales y los organismos supranacionales.

 

En su época al frente de la Mesa Europea de Industriales, Sutherland fue definido como “arma secreta” de los intereses empresariales.

El Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, lamentó en un comunicado el fallecimiento el pasado domingo del ejecutivo y político irlandés Peter Sutherland (1946-2018), del que resaltó su papel fundamental en la configuración del mercado interno europeo. Para conocer al llamado “padre de la globalización” y ex comisario europeo valga esta perla de 1994: “los gobiernos deberían interferir en la conducción del comercio lo menos posible”. Sutherland se hizo muy rico con las puertas giratorias y una impresionante agenda de contactos que le abrió el paso a la dirección de criminales corporativos como Goldman Sachs y BP.
 
 

Peter Denis Sutherland (25 de abril de 1946 – 7 de enero de 2018), nacido en Irlanda, fue exfiscal general de Irlanda (1981-84) y un ejecutivo internacional asociado con el partido conservador Fine Gael (30.000 miembros, co-fundador del Partido Popular Europeo y con 4 miembros en el Parlamento Europeo). La presencia dominante de Peter Sutherland en el espacio entre la política y los negocios durante su carrera de cuatro décadas le proporcionó asientos prominentes en algunas de las instituciones y las salas de juntas empresariales más poderosas del mundo sin jamás haber sido elegido democráticamente ni fundar una sola empresa.

 

La presencia dominante de Peter Sutherland en el espacio entre la política y los negocios durante su carrera de cuatro décadas le proporcionó asientos prominentes

Sutherland fue Comisario Europeo de Competencia bajo la presidencia de Jacques Delors (1985-89), desde donde dirigió una política de competencia que eliminó la protección de las industrias y empresas locales. En la comisión se convirtió en una persona clave para configurar e institucionalizar las relaciones estrechas -así como las puertas giratorias- entre la Comisión Europea y las multinacionales europeas.

 

También se desempeñó como Director General del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), un sistema de reglas internacionales tendientes a la reducción de aranceles que sirvió a los intereses de las grandes empresas que dominan el comercio internacional. Sutherland persuadió a 123 gobiernos para que acordaran nuevas normas internacionales sobre agricultura y textiles, así como servicios, propiedad intelectual y un mecanismo para resolver disputas comerciales. Mickey Kantor, entonces representante comercial de Estados Unidos, apodó al irlandés “padre de la globalización” mucho antes de que el término adquiriera su actual connotación negativa.

 

Con la conclusión de las negociaciones de la Ronda Uruguay del GATT el 15 de diciembre de 1993, se otorgaron poderes cruciales a la Organización Mundial del Comercio (OMC) para la toma de decisiones con el potencial de afectar a miles de millones de personas en su vida cotidiana. Tras la creación de la OMC, el 1 de enero de 1995, Sutherland ocupó el cargo del Director General en una de las instituciones más poderosas donde se estableció el marco legislativo para la globalización capitalista. Fue en esta etapa, durante un discurso en Nueva York en 1994, cuando dijo su frase sobre la injerencia de los gobiernos en el comercio.

 

En su etapa como presidente de IAB, el mayor banco irlandés, este canalizó 110 millones de euros en fraude fiscal de sus clientes

Entre sus períodos en la Comisión Europea y el GATT, Sutherland fue presidente del consejo de Allied Irish Banks (AIB, de 1989 a 1993) y miembro de las juntas directivas de varias otras compañías (entre ellas en la polémicoa empresa de materiales de construcción CRH que fue multada en 1994 por su papel en el cártel paneuropeo del cemento).

 

Fue un período tormentoso pero muy rentable para el banco más grande de Irlanda. Sutherland representó a AIB en la investigación parlamentaria sobre la evasión fiscal institucionalizada respecto al DIRT. El impuesto a la retención de intereses de depósito (DIRT, por sus siglas en inglés) es una forma de impuesto sobre los intereses devengados en cuentas bancarias en la República de Irlanda que se introdujo por primera vez en los años ochenta.

 

A fines de la década de 1990, una investigación parlamentaria comprobó la existencia de una cultura de fomento de la evasión fiscal por parte de los bancos irlandeses, que permitía a los clientes adinerados establecer cuentas bancarias fuera del país (en paraísos fiscales u off-shore) a las cuales transfirieron el dinero, permitiendo que el titular de la cuenta evite pagar el impuesto DIRT en Irlanda. El banco AIB fue el mayor delincuente, recaudando más de 110 millones euros (equivalentes).

 

Como en tantos otros casos, una vez terminado su mandato en la Comisión Europea y la OMC, Sutherland pasó al sector privado, donde sacó provecho de los contactos cercanos que tejió con los presidentes y primeros ministros durante la ronda de negociaciones comerciales globales. Cuando dejó la OMC en 1995, Goldman Sachs le pidió que presidiera su brazo internacional con sede en Londres. Desde allí utilizaría su amplia red de contactos hasta 2015 para generar negocios para el banco de inversión en Europa. Esta relación también le hizo muy rico y le reportó, aproximadamente, 125 millones de libras en acciones.

 

Sutherland ejerció también como presidente del gigante petrolero British Petroleum (BP) de 1997 a 2009, un período durante el cual fue la empresa más grande de Europa (valorada en el mercado bursátil en 236 mil millones de libras y arrojando ganancias de 42 millones por día). En este periodo la petrolera fue acusada de innumerables casos de violaciones de derechos humanos, guerras por el petróleo y crímenes ambientales en todo el mundo. Estuvo en la jaima del difunto dictador libio Muammer Gaddafi cuando el ex primer ministro británico Tony Blair firmó el contrato de gas de BP en 2007. Abandonó BP en diciembre de 2009, pocos meses antes de la explotación de la plataforma petrolífera Deepwater Horizon en el Golfo de México, que mató a 11 personas y causó uno de los mayores catástrofes ambientales en EE UU. Después de BP, ocupó la silla en las juntas directivas de la aseguradora alemana Allianz, el conglomerado empresarial más grande de Turquía, Koc Holdings, y BW Shipping con sede en Singapur.

 

Su mandato de ocho años como director no ejecutivo del Royal Bank of Scotland terminó en 2009 de manera menos célebre después de su rescate por el gobierno del Reino Unido luego del colapso financiero. Como uno de los directores Sutherland permitió que el presidente ejecutivo, Fred Goodwin, se embarcara en una ola de adquisiciones y negocios especulativos que terminaron arruinando a miles de ahorradores, supusieron la desaparición de 27.500 puestos de trabajo y generaron una deuda ilegítima para el Estado británico.

 

El arma secreta del acuerdo europeo que emocionó a Thatcher

 

Pero especialmente habría que destacar el papel que desempeñó Sutherland en la Mesa Redonda Europea de Industriales (entre 1997 y 2009), donde llegó a ocupar la vicepresidencia. Este organismo se probaría como uno de los impulsores más efectivos de uno de los componentes del ADN neoliberal de la actual Unión Europea: el mercado único. Del calibre neoliberal de este acuerdo da idea su apoyo entusiasta por la presidenta británica Margaret Thatcher, el francés Mitterand o el alemán Kohl.
 
 

El 6-7 de abril de 1983, se reunieron en París siete altos ejecutivos para anunciar la fundación de la Mesa Redonda Europea de Industriales (European Round Table of Industrialists, ERT). Se convirtió rápidamente -y sigue siendo hoy en día- en una de las voces más influyentes de los intereses corporativos organizados en Europa. Con aproximadamente 50 altos ejecutivos o presidentes de las principales corporaciones industriales de Europa, el ERT no es sólo un lobby, tampoco un think tank (centro de pensamiento), es una especie de grupo orientado a la acción que colectivamente impulsa ideologías específicas, presionan a las elites políticas y planifican objetivos y programas diseñados para dar forma la Unión Europea y el mercado común.

 

Durante décadas el ERT ha sido un actor clave en la creación, imposición y puesta en marcha del Mercado Único europeo, especialmente a través del cabildeo entre el sector privado. El director ejecutivo de la multinacional Philips, Wisse Dekker, dijo el 28 de marzo de 1983 al periódico Newsweek: “Si esperamos a nuestro gobierno a que haga algo, podemos esperamos para mucho tiempo. (…) No se puede atar todo a la política. La industria tiene que tomar la iniciativa. No hay otro camino”. Como parte de la campaña, el 10 de enero de 1985, Dekker presentó el plan de la Mesa Redonda Europea de Industriales: “Europa 1990”. Una hoja de ruta para imponer una serie de ajustes estructurales en los Estados miembros con el fin de eliminar barreras al comercio.

 

Unos días antes, tomó posesión como presidente de la Comisión Europea Jacques Delors, uno de los encargados de forjar agresivamente las políticas de libre mercado basadas en el documento “Europa 1990” y de incorporar al sector empresarial en sus tareas. El 14 de enero de 1985, Delors dijo al Parlamento Europeo que intentaría completar la unificación de los mercados internos de Europa en siete años mediante el Acta Única Europea. En ese momento todavía hubo muchos gobiernos que querían proteger las industrias locales de la competencia exterior.

 

Delors recibió un fuerte apoyo de las grandes corporaciones europeas y muy especialmente de la Mesa Redonda Europea de Industriales, que publicó su informe “Mercado de la Comunidad Europea” con el planteamiento de que el Mercado Único debería estar funcionando en 1990, dos años antes de lo previsto por Delors. Para respaldar este escenario de “urgencia”, el Financial Times publicó la amenaza de Dekker: las multinacionales europeas se deslocalizarían a ultramar si Europa no daba el paso.

 

Sutherland, entonces Comisario Europeo de Competencia, reconoció que la presión del sector empresarial funcionó: “De hecho, se puede decir que la culminación del proyecto del mercado interno no ha sido iniciado por los gobiernos, sino por la Mesa Redonda y sus miembros. Dekker particularmente y Phillips jugaron un papel significante… Y pienso que después jugó un papel bastante consistente dialogando con la Comisión sobre pasos prácticos con el fin de implementar la liberalización del mercado”. Con el apoyo de Thatcher, Mitterrand y Kohl, el Acta Única Europea se firmaría el 28 de febrero de 1986, y entraría en vigor el 1 de julio de 1987 con el plazo de lograr el Mercado Único en 1992 (más tarde profundizado con el Tratado de Maastricht y el Tratado de Lisboa).

 

A menudo, los miembros de la ERT señalan que los líderes políticos tienden a “tomar más en serio” la Mesa Redonda, precisamente “porque son los grandes líderes industriales los que van y hablan con los Comisarios”. Este acceso privilegiado se refuerza continuamente al sumar miembros de la ERT que en algún momentos de los últimos años fueron también miembros de la Comisión Europea. Y ese ha sido el caso de Peter Sutherland, quien se unió a la ERT en 1997, y permaneció como miembro hasta 2009, mientras servía como presidente de British Petroleum, así como presidente de Goldman Sachs International y el Royal Bank of Scotland.

 

En una entrevista, Peter Sutherland declaró: “Creo que la importancia de la ERT no radica simplemente en el hecho de que coordina y crea un enfoque cohesivo entre las principales industrias en Europa, sino porque las personas que la integran tienen que estar en el nivel más alto de las empresas y prácticamente todas ellas tienen acceso sin obstáculos a los líderes de gobierno debido a la posición de sus empresas … Eso es exactamente lo que lo hace diferente [de otras organizaciones], el hecho de que está a la cabeza del nivel empresarial, y solo las empresas más grandes en cada país de la Unión Europea son miembros de ella. Entonces, por definición, cada miembro del ERT tiene acceso al más alto nivel de gobierno”.

 

Cuando fracasaron las negociaciones del Acuerdo Multilateral de Inversiones (MAI, por sus siglas en inglés) en la OCDE en 1998 (que 20 años más tarde se han retomado bajo la idea del Tribunal Multilateral de Inversiones), la Mesa Redonda Europea de los Industriales “indicó a la Comisión que nos gustaría mucho trabajar junto con la Comisión y con la OMC” para acelerar la liberalización de las inversiones. La ERT había establecido un grupo de trabajo sobre relaciones económicas exteriores, presidido por Peter Sutherland, entonces ya presidente de BP y asociado de Goldman Sachs International.

 

El entonces Secretario General de la Mesa Redonda Europea de Industriales, Wim Philippa, consideró a Sutherland (recordamos, el ex Director General del GATT), como el “arma secreta de la ERT”. Explicó que “su conocimiento, su experiencia, sus contactos, sus canales” harán que el ERT sea “más proactivo” y le dará “la posibilidad de acelerar las cosas”. El plan de trabajo de la ERT para avanzar en la protección del inversor en la OMC incluyó entre otras la participación en las negociaciones de la OMC, diálogos de alto nivel con gobiernos así como ayuda técnica y orientación a la Comisión Europea a elaborar documentos. El entonces “nuevo enfoque pragmático” de la ERT recogió la aceptación de cláusulas sociales y ambientales en la OMC, como explica Philippa: “No podemos escondernos. Tenemos que aceptar la situación de que los problemas medioambientales y sociales serán cada vez más importantes”.

 

Es esta convergencia de élites corporativas, financieras, intelectuales, políticas e ideológicas interconectadas a través de puestos de responsabilidad en instituciones y membresías en las juntas directivas de compañías, bancos, partidos políticos, grupos de expertos de la Unión Europea, fundaciones, grupos asesores y foros como el Foro Económico Mundial de Davos que han llevado a individuos como Peter Sutherland a desarrollar una guerra contra la vida y las clases humildes.

 

En la Unión Europea, son las opciones que eligen los responsables políticos de sus instituciones y de los Gobiernos de los Estados miembros que se reflejan en las crueles medidas de reformas laborales y austeridad fiscal que extienden la pobreza y el desempleo a medida que se desmantelan la asistencia sanitaria, la educación, los servicios sociales, el bienestar social y la vivienda social; a medida que se privatizan los activos públicos y bienes comunes, se despide a los trabajadores, se recortan las pensiones y la seguridad social, se desmantelan los derechos, se institucionaliza la corrupción y se transfiere los ahorros de la clase trabajadora y buena parte de sus impuestos a los bolsillos de los más enriquecidos. Es por eso que la lucha por una Europa diferente debe abordar y desmantelar el poder de sujetos como Peter Sutherland.

 

 

Investigador y activista. Miembro de Ecologistas en Acción y de la campaña No al TTIP, CETA y TiSA.