
Sí, el interés de Iberdrola por las renovables se debe a que son más lucrativas. De hecho, si se repasa la rentabilidad de todos los sectores, el más rentable es el de las renovables. Estados Unidos es paradigmático porque las subvenciones públicas son astronómicas. Solo desde esa óptica se entiende la apuesta por las renovables, pero con un fin lucrativo.
En el plano social, Iberdrola se presenta como una empresa socialmente responsable a nivel laboral, etc. Aquí no lo cumple, pero fuera, tampoco. Todos los testimonios recabados indican que conculca la libertad sindical y las condiciones laborales. Es preocupantes. En Belo Monte en Brasil, Iberdrola participa en un consorcio que se llama Norte Energía, que construye la tercera presa más grande del mundo. Hablamos de más de 10.000 trabajadores en una empresa descomunal y operan con «sindicatos amarillos», subordinados a la empresa.
En México y Brasil consiguen mayores niveles de rentabilidad que en el Estado español o en Reino Unido. Es bastante evidente. Para que la empresa sea rentable, otro sector tiene que perder. En América Latina los que pierden son las arcas públicas porque se vendieron muy baratas las empresas públicas, porque están pagando pocos impuestos y porque se permite una legislación que impone una tarifa eléctrica muy alta. Y en el caso de las distribuidoras de electricidad están cobrando las tasas más altas del mundo. En Brasil Iberdrola a través de Neoenergía, que es su sello en Salvador de Bahía y Pernanbuco, está teniendo unos niveles de lucro increíbles.
Hay que entender la presencia de Iberdrola no como algo aislado, sino como parte del megaproyecto eólico transnacional. Hablar de Oaxaca, es hablar de proyecto que más que con un espíritu de impulsar las energías renovables, hay un espíritu de lucro. Diversas empresas eléctricas europeas y estadounidenses han encontrado el filón. Porque la velocidad del viento es adecuada. Estará compuesto por treinta parques eólicos.
La soberanía nacional ha sido cedida a las transnacionales. Se va a mercantilizar la generación eléctrica y, una parte, no va a ser para suministro a la ciudadanía, sino de autoabastecimiento de las empresas privadas. En este contexto de desembarco, entre ellas Iberdrola, ha generado un conflicto con las comunidades indígenas dedicadas a la agricultura, a una economía tradicional. Este proyecto ha puesto en riesgo su supervivencia y el modo de vida ancestral.
Hay que comprenderlo en el marco de una sociedad global. El capitalismo como sistema dominante está interconectado. Si no puede lucrarse aquí, va a otro lugar. El fenómeno multinacional en el Estado español surge en los años 90 con la entrada en Europa y la competencia del resto de empresas europeas. La vía fue acudir a América Latina. Desembarcar y aprovecharse de la desregulación que se impulsó en todo ese continente. En México se vuelve a esa narrativa de la colonización española. Así lo ven y es, cada vez, más claro.
Con investigaciones, potenciando agentes críticos frente a la concentración de poder que las instituciones apoyan. La gente en cada lugar debe organizarse y luchar por sus derechos.